Tea Party

III
Tea Party

Los pasillos de la casa en la que habitaba eran silenciosos, el eco de las tablas de madera sueltas o sus pequeños pies caminando por encima de las alfombras, hubo silencio y algo de oscuridad cuando sus débiles brazos no pudieron abrir las cortinas de par en par. Pasaba la mayor parte del tiempo en la guardería donde se supone que debía estar, pero había veces donde incluso la guardería se sentía como otro edificio desolado donde buscaría con la mirada a las figuras fantasmales de las personas que amaba.

Se conformó con cuidar de sus seis mascotas, las que no tenían nombre definido y seguía llamando por su especie, era divertido hasta cierto punto, cuando las criaturas no podían responder a sus largas conversaciones y la diversión se basaba principalmente en la imaginación que la niña tenía.

Muy quizá, pudo habersele ocurrido una idea, la ingeniosa idea de un patio trasero lleno de magia, historias no contadas y por contar, magia pura que fluía de cada una de las pequeñas hojas en el suelo. Una magia que quería compartir y tenía idea de con quién podría hacerlo.

Llevó a su padre a una fiesta de té con sus queridos amigos, una conversación amena mientras tomaban té de dudosa procedencia acompañados de sus amigos peludos, planeando travesuras entre líneas, dulces y crepas, waffles y mermelada, sonrió ampliamente, emocionada, sabiendo que el mayor a su costado no la estaría juzgando por ningún motivo, con una tenue sonrisa y un plan malévolo entre manos.

Salieron de su patio de juegos en dirección a la cocina. Entre risas, de puntillas en el suelo para evitar ser descubiertos por los fantasmas, su gata en sus brazos, incómoda e interrogante de lo que la menor estaba planeando, pero la dejó libre al llegar a al amplia cocina, la caja de madera que se incendiaba constantemente como si estuviera poseída.

Fue un bonito momento en la habitación, entre risas, harina y azúcar esparcida en la mesa, demasiadas preguntas sobre lo que estaban haciendo e impaciencia por un horno abierto.