¿Qué tal si…?

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    ❧ nihachu


    VI
    ¿Qué tal si…?



    // Mención de racismo fantástico y no ficticio.



    Se había puesto a estudiar en vacaciones, Rhaegar aún no había respondido su carta y la gran pila de pergaminos que había acumulado con sus extensas notas sobre los temas y temas de las distintas asignaturas había saturado su cerebro en gran medida. No podía recordar otra cosa que no fuera el movimiento de varita para conjurar Auratus bullae o la forma tan especial que tenía que pronunciar Mimblewimble para poder funcionar.

    Sus libros de Legeremancia abandonados en una esquina, entre todos los libros tirados, las crayolas y otros pinceles que usaba para dibujar, aún no habían tomado la foto familiar que su padre le había prometido pero estaba bien con esperar a que sucediera.

    Pero no se detuvo ahí, sentada en la cocina con un plato de galletas en la mano que comía desinteresadamente, tratando de recordar fervientemente que ingredientes se usaban para la poción serpensortia. Oh, odiaba pociones, no solo nunca recordaba nada, cada que estaba en clase se bloqueaba y olvidaba hacer las cosas de forma correcta, una vuelta por aquí, una vuelta por allá, debía triturar ¿o solo era cortar? ¿El mortero para qué servía? ¿Necesitaba usar cuchillos todo el tiempo? ¿La varita se debía remojar en la poción o tenía que usar su mano?

    Miró la galleta en su mano, abrumada, esa galleta era muy simple, estaba cortada en un cuadrado imperfecto, su sabor era vainilla, tenía un glaseado blanco y ligeramente lechoso, era una galleta muy simple pero sabía bien, supuso, su papá las había cocinado hace no mucho, porque aún seguía esponjosa, no lo demasiado, suave, no demasiado, pero con ese sabor dulce que tanto le gustaba.

    Miró el plato de nueva cuenta, solo se había servido las galletas sin interés, no se había tomado el tiempo de clasificar cada una por el sabor, forma y decoración como siempre lo hacía. “Las más ricas se comen al final, las más divertidas van primero y las galletas más simples deben comerse en medio, siempre debes encontrar lo especial de ellas o se sentirán mal por ser comidas” era un lema especial para ella.

    Tomó una galleta triangular del plato, tenía masa amarilla así que supuso, debía ser de vainilla también, su glaseado era rojo y blanco, combinado en un espiral desordenado que llegaba al centro, tenía algunas imperfecciones en las orillas, posiblemente su padre la habría atropellado ligeramente al no verla al dejarla sobre la bandeja para secarse.

    Le dio una mordida, tenía un sabor a nuez y de hecho, tenía un poco de arándanos en el interior, sabía bastante bien, de acuerdo a su lógica, es galleta debía ser comida al final, pero estaba rodeada de otras galletas que estaba comiendo. ¿Las otras galletas sabían que las clasificaba? ¿Es que era clasista cuando se trataba de galletas? No le gustaba esa sensación de racismo que tenía cada vez que miraba las galletas. Todas eran iguales, así como todos los humanos lo eran.

    (Niki sabía que estaba bien segregar a las personas, sabía que los no magos lo hacían y era correcto, pero ella se negaba a tratar mal a alguien por el color de su piel)

    ¿Qué pasaría si las galletas pensaran? ¿Ellas podían tener vida? Miró fijamente ambas galletas en sus manos, vainilla y nuez con arándanos, Vainilla y Nuez con Arándanos. Vainilla. Nuez y Arandanos. Vanilla y Cranberry Walnut.

    Colocó a las galletas sobre la mesa y subió algunos tonos su voz. —Señor Vanilla Cookie, no esperaba encontrarlo por aquí —movió a la galería triangular, fingiendo que hablaba—. Pasaba por el plato de cereal para reunirme con Blackberry Cookie pero en cambió lo encontré a usted.

    Movió a la galleta cuadrada, haciendo que ambas esquinas caminaran sobre el mantel y disminuyó el tono de su voz.

    —Señorita Cranberry Walnut Cookie, no esperaba verla por aquí, quiero decir, Blackberry Cookie estaría en el teatro de harina ahora, la cantante Milky Tea Cookie está dando una ópera en este momento —imitó una expresión de sorpresa, agitando la gallera roja.

    —¿Por qué el Señor Blackberry Cookie me engañaría para venir aquí en este momento? ¡Yo también iba a disfrutar la ópera pero queda a muchas migajas de aquí!

    —Oh, Señorita Cranberry Walnut Cookie, creí que lo habría averiguado por sí misma —imitó la expresión más sensual que podía, pensando seriamente en Rhaegar—. ¡Yo soy su admirador secreto!

    Abrió la boca en una “o” casi perfecta, había shock en su rostro.

    —¡Señor Vanilla Cookie! ¡¿Cómo puede ser eso posible?! ¡Usted está comprometido con Raspberry Cookie! ¡Su boda es en 2 lunas!

    —¡Yo no amo a Raspberry Cookie, usted es quién a ocupado mis pensamientos desde la primera vez que la vi! —hizo que la galleta se adelantara—. Sus picos perfectos, su glaseado traslúcido, he pensado en usted desde el baile que Blackberry Cookie organizó hace 40 lunas ¿acaso no he sido muy obvio? ¿Mi corteo poco disimulado? Mi madre se opone a nuestra unión pero no dejaré que se escape mi masa, debo ser su esposo.

    —Señor Vanilla Cookie, y-yo… Soy una galleta dispareja, y usted es tan perfecto, yo, mi glaseado está roto.

    —¡El mío también está roto! —le dio una rápida mordida a la galleta, masticando y continuando su teatro—. ¡Nosotros fuimos horneados para estar juntos, somos masa del mismo bowl, fuimos cortados con el mismo molde, necesito que me ame también!

    Sostuvo amabas galletas, había suspenso en su rostro, silencio pesado, un aire incomodo que flotaba entre ambos, entonces restregó ambas galletas juntas mientras chasqueaba sus labios para hacer que las galletas se besaran. Las separó, fingiendo recuperar el aliento.

    —Pero Señorita Walnut Cookie —murmuró—, t-tengo un oscuro secreto —alejó a la galleta blanca, haciendo que la roja lo siguiera.

    —Señor Vanilla Cookie…- —¡Soy un monstruo! —se metió la galleta a la boca, tomando una segunda del bowl, esta galleta tenía un glaseado azul con puntos amarillos, cortada con forma de flor, la hizo girar dramaticamente, la galleta roja emitió un “Gasp” tanto como las mejillas llenas de la niña podía emitirlo.

    —¡Cuando se pone la luna, me vuelvo esto! ¡Otra galleta, una galleta fea! —acercó a la galleta roja, a pesar de que no se tocaban, en su mente, los brazos de la galleta sostuvieron los lados de Vanilla.

    —Señor Vanilla Cookie —susurró—. No importa que tan diferente sea, yo… ¡Yo lo amo también! —las galletas volvieron a besarse. Pero una idea surgió en su cabeza, se quedó estática.

    Ya había escrito un pequeño relato para el libro que la biblioteca iba a publicar, podía escribir una historia nueva, no era necesario que sucediera en Hogwarts ésta vez. Una amplia sonrisa dibujó sus labios, dejando bruscamente las galletas con las que jugaba en el plato y tomándolo para subir corriendo las escaleras a su habitación. Pateó la puerta y la cerró de un portazo.

    Dejando el plato sobre la cama y tomando uno de los pergaminos usados del piso. Anotó algunos nombres de ingredientes, sabía que el Señor Vanilla Cookie era una galleta especial, pero ¿cómo podía justificar eso en su historia? ¡Oh! Recordaba haber leído sobre las transformaciones en humanos, los meta, meti, metamofo, metamofro ¡metamorfomagos! Si, podían cambiar partes de su cuerpo pero ¿era realmente tan malo? Frunció el ceño.

    Iba a ser más difícil de lo que pensó, pero podía idear la historia en el proceso. Tomó la galleta roja que antes había comido, antes de morderla, miró el plato de nuevo. La transformación del Señor Vanilla la miraba fijamente, quizás, solo quizás, no debía seguir comiendo esas galletas.

     
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