Un segundo hogar

VIII
Un segundo hogar

Por primera vez la semana de exámenes había dejado de ser una semana de estrés y desesperación para la pelirosa, cumpliendo con todos sus exámenes con una sonrisa luego de haber hecho su mejor esfuerzo en cada materia, se encontró y se superó a sí misma en materias que nunca creyó posible conseguir una nota aprobatoria.

Aunque eso, solo mejoraba, por alguna razón, el profesor de encantamientos, Jean, había decidido que la niña podía formar parte de su familia, estaba muy emocionada por eso, no sabía si por la relación tan estrecha que mantenía con su pequeña y futura hija, Eloise, o por algo más personal al convivir con ella, fuera cual fuera el motivo, estaba feliz de poder sentarse en esa cómoda silla en el edificio ministerial de Londres con su nuevo padrino.

Alguien la había apadrinado ¿se supone que debía sentirse así de alegre? La habían amenazado con secuestrarla para llevarla a su hogar pero aunque sonaba escalofriante no podía desprenderse de la sensación de seguridad que rodeaba al mayor. No sabía si por su sonrisa sincera o por el aura tan caótica y tranquila que desprendía. Sólo había tenido un momento así en su vida y fue cuando la señorita Adhara había decidido adoptarla.

Estaba feliz, lo que antes fue seriedad y rectitud se tornó en diversión y libertad, estaba agradecida con todos los mayores que la rodeaban, la habían tratado con cariño y amor, contrario a sus antiguas creencias e incluso había conseguido amigos maravillosos, un archienemigo (no tan exactamente) jurado y muy en el futuro, posiblemente, podría tener su propio libro.