Devoción

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    ❧ nihachu


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    Devoción



    // Mención de homofobia.


    La forma en la que sus mejillas se sonrojaron mientras se reìa hacía que su carita de iluminará en un brillo agradable, las pecas recorran su rostro contrastaba con sus preciosos ojitos mieles y el cabello que alguna fue de un suave tono de marrón, ahora en un verde tan brillante y lleno de vida como las plantas que la rodeaban. Había algo en esa niña que la llamaba, como un planeta orbitando alrededor del sol, atraída por la curiosidad nata y alegría casi infinita que desprendía.

    Estaba desesperada por poder tomar su mano y estrechar sus dedos con los de la niña, la suave piel rozando en su palma como una pluma, calentando su mano de forma tan agradable que sus mejillas sangraban, podía fingir que se trataba del clima pero sabía que ese motivo siempre fue una excusa poco creíble, no necesitaba justificarse ante nadie pero las excusas escapaban de sus labios tan fácilmente todos los días que no podía detenerlas..

    Había tenido la suerte de poder congeniar con ella, sentarse a su lado en el piso durante las clases, trenzar su cabello en sus tiempos de ocio o poder jugar con ella durante sus descansos cuando se volvía muy tedioso el día, poder mirarla sin parar y admirar cada facción e imperfección que la complementaba. Desde su lengua que soltaba palabras inexistentes hasta sus manos que escribían su propia historia.

    Se preocupaba por ella, cuando decidía no comer porque lo olvidaba, podían invadir las cocinas y preparar algo juntas, entre risas, murmullos cómplices y palabras intercambiadas, cuando una persona ajena a ellas dos la lastimaba, la hacía sentir incomoda y el sentimiento de desagrado en su alma le impedía estar en paz con eso, se asustó a sí misma la cantidad de odio y pensamientos desagradables que abarcaban su mente en el momento que se percató de las cosas que podría llegar a hacer.

    Pero ellas eran amigas, mejores amigas, no podía solamente decirle lo que sentía, arruinaría lo que habían construido, los secretos intercambiados, los momentos que pasaron juntas, la confianza que tanto les había costado construir, empezando por un tonto disfraz en halloween a lo que estaban haciendo ahora, inseparables.

    A pesar de todo, estaba mal, eso, entre ellas, era incorrecto. Tuvo el descaro de liberar ese sentimiento una sola vez, enviando una consulta al Doctor Picasso, recibiendo una respuesta insatisfactoria ¿intentarlo? Debió haberle reprendido lo mal que lo estaba haciendo, hacerle abrir los ojos de lo que nunca podría ser. En cambio, guardó egoístamente la satisfacción al leer el periódico, una pizca de esperanza muy en el fondo de su cabeza.

    Dejó que sucediera una segunda vez, leyendo algunos libros de poemas en la biblioteca, eligió uno, lo envió en san Valentín bajo un seudónimo anónimo, pobres prefectos, realmente nadie supo de dónde salió la carta con destinatario a Eloise, ni siquiera la misma niña, aunque le preguntó, sólo bastó decirle que no para que la descartara como posible responsable, funcionó, en parte, pero eso no aplacó la marea agitada que se formaba en su corazón, la volvió un tsunami.

    ¿Por qué le parecía tan incorrecto? Su padrino se había casado con un él, no había tenido problemas antes, ni durante, ni mucho menos después de la boda, le era muy fácil verlos a ambos tomados de las manos, incluso le era muy fácil burlarse de ellos por lo enamorados que estaban, pero mirando a su alrededor, todos parecían salir con un él.

    Mamá, había elegido a papá por sobre otras personas, su hermana mayor Sigyn, estaba por casarse con su prometido Magnus, su hermano mayor Razvan sabía con una adorable niña llamada Alie, incluso sus amigos seguían el patrón, Rhaegar y Electra, Raydel y Alizeth, entonces ¿donde cabían Eloise y Niki? No se supone que existiera un ellas.

    Incluso cuando se excluyeron en las cocinas, donde le dijo la verdad, donde el silencio se volvió suave y agradable en compañía de la otra, donde satisfactoriamente se enteró que no era la única que correspondía a esos sentimientos desconocidos. Bajo un agradable calor y aroma a pan recién horneado, tuvieron su primer beso, no fue mágico, no hubo fuegos artificiales en el cielo, vítores en sus alrededores, sólo la sensación de hogar asentada en su pecho y una amplia sonrisa abordando sus labios.

    Incluso así, el desconocido sentimiento de rechazo no se desvaneció, perduró pero sus dudas, fueron silenciadas con tanta facilidad que por un momento, podía olvidar por completo que aún existían.


     
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