Historia
Después de un año de ni haber salido para nada, la familia Churchill decidió que era momento de regresar a la vida en la sociedad.
Rachel tenía ya un año, recién cumplido y Adolph estaba desesperado...
-¡Es hora!
La familia empacó sus maletas y todos emprendieron el viaje.
Ambos padres disfrutaban ver a sus niños tan emocionados, ciertamente ellos también lo estaban disfrutando bastante.
—¡Mamá, mira eso! —exclamó el pequeño Adolph, señalando por la ventanilla mientras el tren avanzaba.
—¡Parece que nos espera una gran aventura en la ciudad! —respondió con entusiasmo la madre, Mary Churchill.
Pero pronto las sonrisas se borraron y la tragedia los golpeó como un puñetazo en el corazón.
El tren se descarriló en medio del viaje, por más que Mary y Henry Churchill trataron de proteger a sus hijos, fue en vano, tenían pronto miles de trozos de cristal y metal sobre ellos.
Poco a poco la vida de todos los Churchill se apagó... excepto por la pequeña Rachel, que quedó entre los restos rotos, llorando y buscando desesperadamente a su familia.
—¡AMAAAAA, APAAAAAA! —sollozaba Rachel, sus ojitos llenos de lágrimas, y con su escazo vocabulario.
Las cosas no pintaban bien para la niña... pero entonces cuando apareció en escena Aiden Dumbledore, la niña no procesaba como había llegado aquel hombre extraño con un toque de magia en su mirada.
—¡Oh, por Merlin! —exclamó Dumbledore al encontrar a Rachel entre los escombros—. No temas, pequeña, estoy aquí para cuidarte.
Con ternura, rescató a Rachel, quien no le tuvo miedo, confío en él y le dió los brazos. Él la llevó a un lugar seguro a qué la revisaran.
—¿Onde está ama y apa? —preguntaba la pequeña entre sollozos.
Dumbledore, con su sabiduría y compasión, la llevó a una guardería donde intentaron calmar su dolor tanto físico como mental. A pesar de su edad, sabía que algo andaba mal.
—No te preocupes, pequeña.Estarás a salvo aquí. ¿Cómo te llamas?—trató de consolarla.
- Rachel.- respondió antes de romper a llorar.
Pero la pequeña, con su corazón roto, seguía buscando a su familia en cada rincón.
—Quello a amá y apá. ¿Dónde está? —insistía Rachel a gritos, con sus ojos llenos de tristeza.
— No van a volver... pero te protegeré, pequeña. Pero primero, debes aprender a controlar ese regalo especial que llevas contigo, no creo en los milagros, pero te salvaste por uno. —Dumbledore le hablaba con paciencia.
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